EL DEBATE: Siguen robando nuestro “oro” / Continuam roubando nosso “ouro”


Por Marcio Zeppelini

Editor científico y consejero de la ABEC (Asociación Brasileña de Editores Científicos) / Editor científico e conselheiro da ABEC (Associação Brasileira de Editores Científicos).

Alerta: resultados de investigaciones científicas están siendo publicados en otros países. El Brasil Colonia históricamente ya nos hizo perder riquezas gigantescas para países que nos “descubrieron”. Se llevaron nuestro oro, nuestra goma, nuestras selvas, entre tantas otras divisas que, si hubiesen permanecido aquí, nos colocarían en un escenario social y económico muy diferente del actual.

Ahora, es importante que prestemos atención a un nuevo tipo de “evasión de divisas”: el de la investigación científica. El investigador brasileño –en diversas áreas del conocimiento– viene ganando notoriedad en el escenario científico internacional. En los últimos 20 años, políticas públicas que aumentaron sustancialmente los recursos destinados a la investigación nacional, aliadas a inversiones privadas con claros intereses comerciales, hicieron que el Brasil salga de la posición de simple proveedor de materia prima y riquezas que nuestras selvas producen a la de un importante imperio de investigación tecnológica y científica. El propio Ministerio de Ciencia y Tecnología ya mostró con números cada vez mayores como el investigador brasileño ha tenido influencia en los nuevos descubrimientos del mundo.

Con las mismas manos que debemos aplaudir esas políticas públicas y órganos de incentivo a la investigación como Capes, CNPq, Fapesp y SciELO, debemos tomarlos por las solapas y sacudir a sus directores para que le den atención al hecho de que el Brasil está dándole gratis esos resultados a editoriales internacionales, para que ellas usufructúen nuestras investigaciones y hasta que las usen en otros estudios.

Entonces, en la práctica, el investigador brasileño, que es financiado por el Gobierno o por la Industria Nacional, ve su trabajo transitar libremente en las manos de investigadores extranjeros antes de ser publicados en territorio nacional. Peor aun: esas editoriales tienen también el libre arbitrio de querer o no publicar esos resultados –datos que pueden ser punto de partida para que un investigador del exterior inicie una nueva investigación– y recibir los méritos, las honras y los royalties de aquello que otrora un brasileño ya había descubierto.

Es fácil imaginar el peligro económico que eso puede representar. El descubrimiento de una nueva droga, por ejemplo, fortalecerá los cofres de la industria farmacéutica internacional. El desarrollo agrario, biotecnológico o de una ciencia de la computación, por ejemplo, corre el riesgo de sucumbir a poderosos países del Hemisferio Norte. Y nosotros, una vez más, “quedaremos chupándonos el dedo”, pues daremos la información –y sus derechos de autor– para ser publicada afuera.

Internacionalizar nuestra investigación y hacer que ella circule por el mundo es importante y, evidentemente, importante, ya que el Brasil é uno de los países emergentes que más crece en el mundo. Pero esa internacionalización debe ser hecha de adentro hacia afuera– y no de afuera hacia afuera, como viene sucediendo.

¡Es necesario darle un final a esto! Mandar nuestra investigación a otro país es querer continuar siendo colonia. Es contribuir al desarrollo de los otros países con nuestra mano de obra “esclava”.


Alerta: resultados de pesquisas científicas estão sendo publicados em outros países. O Brasil-Colônia historicamente já nos fez perder riquezas gigantescas aos países que nos “descobriram”. Levaram nosso ouro, nossa borracha, nossas florestas, entre tantas outras divisas que, se aqui tivessem permanecido, nos colocariam em um cenário social e econômico bem diferente do atual.

 

Agora, é importante que prestemos atenção a um novo tipo de “evasão de divisas”: o da pesquisa científica. O pesquisador brasileiro –em diversas áreas do conhecimento– vem ganhando notoriedade no cenário científico internacional. Nos últimos 20 anos, políticas públicas que aumentaram substancialmente as verbas destinadas à pesquisa nacional, aliadas a investimentos privados com claros interesses comerciais, fizeram o Brasil sair da posição de simples fornecedor de matérias-primas e riquezas que nossas florestas produzem a um importante império de pesquisa tecnológica e científica. O próprio Ministério da Ciência e Tecnologia já mostrou com números cada vez maiores como o pesquisador brasileiro tem tido influência nas novas descobertas do mundo.

 

Com a mesma mão que devemos aplaudir essas políticas públicas e órgãos de incentivo à pesquisa como Capes, CNPq, Fapesp e SciELO, devemos segurá-los pelos colarinhos e chacoalhar seus diretores para que se atentem ao fato de que o Brasil está dando de graça esses resultados a editoras internacionais, para que elas usufruam nossas pesquisas e até as usem em outros estudos.

 

Então, na prática, o pesquisador brasileiro, que é financiado pelo Governo ou pela Indústria Nacional, tem seu trabalho transitando livremente na mão de pesquisadores estrangeiros antes de serem publicados em território nacional. Pior: essas editoras têm ainda o livre arbítrio de querer ou não publicar esses resultados –dados estes que podem ser ponto de partida para um pesquisador de fora iniciar uma nova pesquisa– e receber os méritos, as honras e os royalties daquilo que outrora um brasileiro já havia descoberto.

 

É fácil imaginar o perigo econômico que isso pode representar. A descoberta de uma nova droga, por exemplo, fortalecerá os cofres da indústria farmacêutica internacional. O desenvolvimento agrário, biotecnológico ou de uma ciência da computação, por exemplo, corre o risco de sucumbir a poderosos países do Hemisfério Norte. E nós, mais uma vez, “chuparemos os dedos”, pois daremos a informação –e seus direitos autorais– para ser publicada lá fora. Internacionalizar nossa pesquisa e fazer com que ela circule pelo mundo é importante e, evidentemente, importante, já que o Brasil é um dos emergentes que mais crescem no mundo. Mas essa internacionalização deve ser feita de dentro para fora– e não de fora para fora, como vem acontecendo.

 

É necessário dar um basta nisso! Mandar nossa pesquisa para outro país é querer continuar sendo colônia. É contribuir com o desenvolvimento dos outros países com a nossa mão de obra “escrava”.

Publicado el 30 de julio de 2013

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