EL DEBATE: Recortes en I+D o el retorno de la cultura paleolítica


Por Javier López Facal

Profesor de investigación. Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), España.

NOTA: Debido a los profundos recortes que el gobierno español ha realizado al presupuesto de ciencia y tecnología, CTS ha solicitado al experto Javier López Facal la elaboración de un foro especial sobre el tema. De esta manera, nuestra publicación aspira a poner en primer plano una problemática que puede traer graves consecuencias no sólo a la innovación y el desarrollo de España, sino también, indirectamente, a la innovación y el desarrollo de toda Iberoamérica.

El paleolítico, como bien conoce el avisado lector de la Revista CTS, es el periodo más largo del azaroso deambular de esta especie animal, tan pretenciosamente llamada homo sapiens, sobre la faz de la Tierra. Permítanme advertir que yo no dudo de que nuestra especie en su conjunto pueda ser calificada de sapiens, pero si consideramos a sus individuos de uno en uno, qué quieren ustedes que les diga, igual habría que matizar algo.

A lo largo de ese prolongadísimo periodo de tiempo, los humanos eran casi todos, según nos cuentan, cazadores-recolectores y, naturalmente, nómadas. Ello quiere decir que dedicaban muchas horas de sus vidas a recorrer largas distancias, llevándose a la boca todas las cosas comestibles que iban encontrando, como raíces, frutos, insectos, huevos, crías, carroña y ocasionalmente daban caza a animales más viejos, más torpes, o menos agresivos que ellos mismos.

Debían de tener bastante tiempo libre, porque nos han dejado un arte muy notable: espectaculares frescos pintados en cuevas, estatuillas de señoras generalmente gordas de muy buena factura, collares de conchas y guijarros de colores y hay quien piensa incluso que nos legaron la religión.

Obviamente no sabían lo que era preparar algo ahora para recoger luego sus frutos; ese concepto y esa cultura aparecerían más tarde, en el neolítico, cuando el desarrollo de la agricultura sedentarizó a gran parte de la especie y la enseñó a sembrar y a esperar un tiempo para recoger los frutos de su esfuerzo.

Algunos padres de adolescentes actuales opinan que sus hijos tienen una cierta mentalidad paleolítica, como la de los de cazadores-recolectores, porque sobreviven pillando lo que buenamente encuentran en la nevera o la despensa de su casa, si se trata de alimentos, o en los cajones de los escritorios o armarios, si se trata de otras mercancías, pero nunca reponen lo que se han llevado. Uno podía pensar en aquello de la ontogenia y la filogenia, es decir, en que cada individuo reproduce en su propio ciclo vital toda la historia de la humanidad, como pensaba Haeckel hace ya algún tiempo, pero cuando uno observa ese mismo comportamiento cortoplacista, inmediatista e irreflexivo, característico de los cazadores- recolectores, en ministros responsables de la I+D de gobiernos democráticos, no se le ocurre otra hipótesis que la del retorno de la mentalidad paleolítica.

La política de I+D no sólo no es, en efecto, genuinamente neolítica, es decir, consistente en sembrar hoy y esperar a recoger sus frutos en el futuro, sino que lo es en grado extremo; para que se haga usted una idea, señor Ministro, esto no es como plantar patatas que, si vienen mal dadas, puede uno arar toda la parcela y plantarla de nuevo al año siguiente; no, la I+D es más bien como el cultivo del olivar, en el que si uno arranca los olivos debido a una mala cosecha o a una urgencia sobrevenida de madera, tarda no menos de quince años en poder producir de nuevo aceite.

Pues bien, en 2010 la financiación de la I+D pública se recortó en España un 4,2%; en 2011, un 7,38 % y en 2012, un 8,65 %, siempre sobre el año anterior, con lo que los recortes acumulados ascienden a un 30% de los presupuestos de los organismos públicos de investigación (OPI) anteriores al estallido de la crisis. En términos porcentuales sobre el producto interior bruto, estaríamos en un descenso desde el 1,39% del gasto en I+D del PIB en 2010 a menos del 1,35% en 2011 y sigue bajando, a diferencia de otros países europeos que, aun padeciendo también la crisis, han seguido aumentado su gasto en este rubro, porque pretenden alcanzar la meta del 3% de gasto público en I+D, propuesta por el Consejo Europeo como objetivo común para toda la Unión.

Pero no se crea usted, querido lector, que los hachazos dados por esa especie de cazadores-recolectores neopaleolíticos afectan sólo a los sufridos investigadores españoles, no: usted también está implicado, porque el recorte en las becas pre y postdoctorales, en los fondos para la cooperación científica, en las cuotas a organismos internacionales, en la financiación de equipamientos y en programas de investigación cooperativa, también los va a sufrir usted porque, aunque modesto y como a trancas y barrancas, se estaba configurando un espacio iberoamericano de I+D que ahora se está poniendo en riesgo de extinción.

Si por lo menos fueran capaces de realizar pinturas murales como las de las Cuevas de Altamira…

Publicado el 12 de agosto de 2013

  1. En México se incrementó en 12% su presupuesto para la ciencia, la tecnología y la innovación en 2014, el cual se enfocará en áreas que se consideran «prioritarias»: «proyectos enfocados en resolver problemas como alimentación, salud, cambio climático y energías renovables. Además, fomentarán el apoyo a jóvenes investigadores para garantizar su permanencia en el país» (SciDev.Net, 11 de febrero de 2014). Ciertamente, nadie podría negar que esos problemas son de primer orden. Sin embargo, dejando aparte por ahora que en términos reales el presupuesto gubernamental sigue siendo aún muy bajo, al parecer sendas áreas de la investigación científica no son consideradas prioritarias, como las ciencias sociales. Debido a que el cultivo de las ciencias sociales resulta relativamente «barato» (v. gr. aparentemente no requieren grandes laboratorios e infraestructura), y a la historia política, cultural y social de América Latina, las ciencias sociales en ésta región han conocido un también relativo desarrollo y han sido objeto de un aparente privilegio, pero eso no significa, sobre todo en las últimas décadas, que cuenten con todo el apoyo que merecerían. Situación que, hasta donde tengo noticia, es una constante en Europa desde hace ya varios años (ver por ejemplo en Francia el movimiento «Sauvons la Recherche»). Así que, de un modo u otro, lo señalado en este artículo sí se aplica en regiones allende España.

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