EL DEBATE: Rankings de universidades: ¿para qué y cómo construirlos?


Por Sandra N. Brisolla

Departamento de Política Científica e Tecnológica, Universidade Estadual de Campinas, Brasil.

John Maynard Keynes sostenía que el cálculo económico del valor de inversión de cada capitalista, necesario para garantizar el pleno empleo de los factores de producción de una sociedad, no es una tarea compleja; ¡es imposible! No se trata de que Keynes no se haya beneficiado de la existencia de computadoras capaces de manejar múltiples variables correlacionadas, que le permitieran reproducir ad infinitum modelos de simulación. El economista sabía que la inestabilidad, origen de los ciclos económicos, es una característica inherente del capitalismo. Así, Lord Keynes no sería rehén de la tendencia a tratar los fenómenos sociales como variables cuyo comportamiento se supone predecible, a través de modelos estadísticos, fruto de la confusión entre una herramienta de análisis (como la econometría) y la reflexión teórica que ella sustituye. Y por ello es evocado hasta hoy para explicar fenómenos que no podría prever, como la crisis que se abatió sobre el centro neurálgico del sistema capitalista actual, pero que sí podría ayudar a resolver. Tampoco vivió para presenciar el repetido intento de representar numéricamente las características de los fenómenos socioeconómicos y culturales, una simplificación de la realidad no exenta de consecuencias.

El uso de símbolos y números representativos para caracterizar los comportamientos y las cualidades de variables determinadas socialmente responde a la necesidad de hacer medibles las variables sociales. Esto ocurre, por ejemplo, con los números índice. La aplicación más común es el índice de precios. Hay por lo menos dos metodologías para su construcción reconocidas como básicas, y otras que en general son el resultado de su combinación. En el primer caso se mide la variación de los precios tomando como base la comparación de la canasta básica de consumo (los bienes y servicios esenciales para su supervivencia) de los trabajadores de ingresos más bajos en el pasado. En el segundo índice se compara el precio medio ponderado por los ítems que componen su canasta de consumo actual con el costo de esos bienes y servicios en el pasado. Sin embargo, si la inflación se está comiendo los salarios, la elección de la nueva canasta de consumo como base después de la subida de precios redundará en una subestimación de la tasa de inflación indicada por el segundo índice, ya que el trabajador ya habrá reemplazado los productos más caros por otros más baratos. Esto demuestra que incluso un indicador aparentemente no contaminado como éste, se traduce en la disminución del poder adquisitivo de aquellos cuyo salario se ajusta por el índice de inflación. El índice más utilizado, que corresponde a la media geométrica entre los dos primeros, reduce el impacto negativo para el trabajador, sin eliminarlo. La conclusión que emerge es que la inflación es un mecanismo de transferencia de ingresos de los trabajadores hacia los rentistas, y los números índice sirven como un instrumento de legitimación de esa expoliación.

Pasemos ahora al tema que nos interesa. En el caso de la producción de índices para la construcción de rankings de universidades, las metodologías son más variadas, pero el producto es el mismo: números que representan características específicas de una institución social compleja de alta relevancia para la sociedad. Cuando se trata de listar instituciones, estos números tienen la ventaja de hacer la comparación fácilmente comprensible, pero responden a un procedimiento que es, por lo general, muy poco confiable, y no siempre revelan los objetivos que guían su construcción. La aplicación de esta metodología para elaborar listas o rankings de las universidades obedece, en general, a un propósito muy claro de las instituciones que establecen la metodología para la obtención de los números o las posiciones correspondientes a cada universidad y que no aparecen de manera transparente para sus posibles usuarios externos.

Pasemos entonces a enumerar algunas cuestiones que se consideran relevantes para la evaluación de “para qué” y “cómo” se construyen los índices.

1. La clasificación de universidades de acuerdo a una lista de supuesta “excelencia” puede responder al deseo de recompensar con incentivos monetarios o presupuestos privilegiados a aquellas mejor clasificadas, o reducir las cantidades de recursos para investigación de aquellas mal evaluadas, o incluso para nivelar las cualidades, mejorando las condiciones de las instituciones de menor rendimiento; en definitiva, puede servir como herramienta de política pública de educación superior. Si este u otro el objetivo, o aun ningún objetivo concreto más allá del estímulo provocado por la competencia entre las universidades, la producción de rankings tiene al menos el potencial de ayudar en la toma de decisiones. Lo cual no es del todo indeseable, por el contrario. El problema es que la forma en que los índices de universidades se construyen refleja un modelo de universidad deseable, sea consciente o inconscientemente, y en una sociedad democrática esos criterios deberían ser discutidos por la comunidad académica, con la participación (esperemos) de representantes de la sociedad civil. De todos modos, para llegar a ese modelo es necesario un proyecto comprehensivo para el sistema de educación superior, en el cual las características de cada institución deberán corresponder a una función específica del sistema.

2. Los rankings existentes en la actualidad se basan casi exclusivamente en la producción científica y, más específicamente, en su impacto, es decir, en el número de citas de los artículos producidos por las universidades y que figuran en publicaciones indexadas. Para fines de comparación internacional esa es quizás la variable más importante, pero tiene el defecto de ignorar las publicaciones de países en vías de desarrollo, que difícilmente son indexadas en esas bases y que con frecuencia son medios de difusión del conocimiento científico desarrollado en esos países sobre sus condiciones específicas, en áreas donde la producción internacional contribuye relativamente poco, como por ejemplo la agricultura o la medicina preventiva. Súmese a ello que la construcción de rankings basados en la producción científica de repercusión internacional tiende a moldear los mecanismos de evaluación interna de las universidades y a favorecer la producción de textos que sean publicables en esas revistas indexadas, y así desestimulan el crecimiento de revistas científicas nacionales en esos países y, lo que es peor, dirigen la elección de los temas de investigación hacia aquellos orientados más por el interés de los países centrales que por la realidad local. Esto se refleja en el escaso interés en la investigación sobre la riqueza vegetal de áreas tropicales como la Amazonia y el relativo abandono en que sobreviven las instituciones creadas para tal fin.

3. Además de la cuestión referida a la utilidad de un indicador agregado como un ranking de universidades, existe la dificultad concreta de construir un indicador de esta amplitud. Incluso si nos limitamos a las tres principales funciones académicas, docencia, investigación y extensión, tenemos varios problemas, desde la elección de las ponderaciones de cada función, que va de acuerdo con el tipo de universidad que consideremos más importante, hasta el tipo de producto que representa cada ellas. Un ejemplo interesante es el costo por estudiante, o el número de alumnos por profesor, considerados indicadores de productividad de la educación en cada universidad. Sin embargo, cuanto mayor sea el costo, menos productiva se considera la universidad, pero para que los alumnos puedan recibir mayor atención de los docentes, ¡la relación alumno/profesor debe ser menor! Sin tene
r en cuenta que el costo por alumno incluye, generalmente, el costo de la investigación, ya que estas actividades están muy relacionadas, ¡y las universidades más productivas en investigación con ese criterio aparecen como menos productivas en la enseñanza! Si introducimos la extensión universitaria tendremos más problemas todavía, porque cómo puntuaríamos la presencia de un hospital de calidad, que es generalmente el mayor beneficio que la comunidad local y regional obtiene de la existencia de una universidad de calidad, frente a otras funciones sociales y culturales en la extensión académica.

4. Dado que el test del ranking constituye la percepción de que el resultado de la aplicación de la metodología corresponde al listado que ya esperábamos, ¿para qué sirve su construcción? Creemos que serían mucho más útiles indicadores parciales, referidos a funciones específicas y a temas relacionados con esas funciones. Por ende, conocer las universidades cuyo perfil de prestación de servicios a la comunidad local o regional –o incluso en funciones de nivel nacional (asesores gubernamentales, por ejemplo)- tiene esa vocación, y comparar el desempeño de cada una de esas actividades a nivel nacional, puede llevar a una integración de estos esfuerzos mediante la creación de elementos de vinculación entre personas dedicadas a ellas, de forma de elevar el logro de resultados en términos globales. Esto puede llegar a contribuir de manera significativa a la planificación de todo el sistema de educación superior, cuya principal herramienta es su conocimiento detallado.

5. Finalmente, pensamos que de todas las distorsiones que pueden derivarse de iniciativas como la producción de rankings de universidades, inspiradas en la difusión de mecanismos de evaluación en casi todo el mundo académico, las más peligrosas se vinculan a la tentativa de introducir el dirigismo en la selección de temas de investigación. Está claro que esa elección no es totalmente libre, si el académico quisiera contar con algún financiamiento de las agencias de apoyo a la investigación, aunque los proyectos sean evaluados por sus pares. Pero si las instancias centralizadoras de esos recursos resolvieran usar estos indicadores para dirigir una parte del total hacia actividades consideradas (para ellas) más relevantes, es necesario que haya un control de la comunidad académica sobre el nivel de compromiso de los fondos disponibles para la investigación. En la actualidad, por ejemplo, se registra una tendencia a considerar que la universidad puede hacer una contribución fundamental al desarrollo tecnológico de las empresas, y hay todo un esfuerzo concertado para alentar mecanismos de vinculación de empresas y universidades, creación de centros orientados a la innovación y promoción de ferias tecnológicas en esas instituciones. En un país que forma once mil doctores y treinta y nueve mil magísteres por año, el hecho de que las empresas de Brasil empleen hoy un total de menos de diez mil posgraduados en actividades de investigación y desarrollo revela las limitaciones que enfrentan estas iniciativas y alerta sobre las desviaciones de su función, incluida la prestación de servicios casi gratuitos (pagados por el Estado) a empresas privadas y el desestímulo a la investigación sin perspectivas de aplicación. Aunque deban ser alentadas iniciativas en ese sentido, los resultados más promisorios alcanzados hasta la fecha consisten en relaciones con empresas públicas o en la generación de spin-offs, empresas formadas por ex alumnos que aplican sus conocimientos en algunos nichos tecnológicos. Ya hay algunas con éxito, pero sin el potencial que se espera de ellas.

Para finalizar, recuperando las observaciones iniciales, es importante señalar que la producción de rankings, o incluso de índices parciales de acuerdo con la vocación de cada universidad, nunca podrá reemplazar a un estudio documentado sobre la historia, la composición y las vocaciones de la institución académica cuando se trata de comprender su potencial para la integración con otras instancias culturales que hoy tienen un peso insospechado anteriormente, debido a la importancia del conocimiento científico en las nuevas formas de producción económica basadas en las tecnologías surgidas con la llamada Tercera Revolución Industrial. En esta nueva era, la interdependencia entre instituciones sociales, culturales y económicos es tal que ninguna de ellas sobrevive aislada de las demás y el avance de un sistema democrático y participativo se guía por la preservación de un espacio para la discusión de ideas destinado a mejorar la calidad de vida de nuestras poblaciones. Para ello, en la vanguardia de la producción de nuevas ideas, ¡la universidad puede aportar una contribución inestimable!

Publicado el 31 de agosto de 2010

 

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  1. Excelente contribución
    Excelentes reflexiones respecto indicadores, índices y econometria. Evaluaciones necesitan de interpretación, historia, análises \»subjetivas\» (?o hermenéutica?), intencionalidades. Rankigs necesitan ser minimizados…

  2. Excelentes reflexiones
    Excelentes reflexiones respecto indicadores, índices y econometria. Evaluaciones necesitan de interpretación, historia, análises \»subjetivas\» (?o hermenéutica?), intencionalidades. Rankigs necesitan ser minimizados…

  3. ¿Y los Rankings para que?
    Estimada Sandra, su artículo definitivamente corresponde a la conciencia latinoamericana ante esta constante necesidad del hombre de medir y más cuando nos comparan con los grandes monstruos editoriales que han implantado sus métricas y nos tenemos que ajustar a ellas, la pelea es desigual nuestros investigadores ante la necesidad de hacer llegar sus avances \»tienen que publicar en ellas\» se los exige nuestro perverso sistema, y nuestras revistas reciben las limosnas. Mucho se ha comentado sobre la idea de crear nuestro propio índice Garfield latino pero solo en eso a quedado. ¿entonces como nos haremos presentes? en este punto de quiebre, nos tenemos que medir, ¿como? ¿en base a que? ¿y el contexto cuenta? son las interrogantes que las universidades mexicanas quieren responderse en un clima de una aportación micrima a la investigación y una pelea desigual por el presupuesto.

  4. Impecable
    Estimada Sandra:

    Impecables sus planteamientos sobre los rankings de universidades y su corolario sobre las funciones académicas: docencia, investigación y extensión. Me parece una postura coherente con la realidad de nuestros países latinoamericanos.
    Sin embargo, me atrevo a puntualizar que usted habla, supongo yo, de la universidad pública. Pero los rankings internacionales incluyen a las universidades privadas. Y allí debo decirle que la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) está ubicada entre las cien mejores del mundo, con la diferencia que un estudiante paga menos de 10 dólares por matricularse que en nada se compara con los miles de dólares que paga un estudiante en Harvard, Yale o el MIT. Y pregúnteme si el gobierno de México y sus legisladores toman en cuenta esto para dar más presupuesto a la UNAM.

  5. Rankings
    De acuerdo a su planteamiento los rankings de la universidades serviría como una medición externa de la eficiencia en términos económicos de la actividad de una universidad,ello debiera ser de interés de la autoridades para aumentar o disminuir el presupuesto como ya lo menciona Alfonso y Teresa. Pero la población está interesada en el ranking académico o en el ranking mercadológico?

    Por ejemplo, la mayoría de las universiades privadas en mi país adolecen de la función de investigación o ésta es mínima, ya que están mas interesados a preparar a los estudiantes a su inserción en el mercado laboral y de hecho están más atentos a los rankings elaboraDos por revistas o diarios con un marcado interés mercadológico. Se emplean como referencia para que los estudiantes decidan en función de sus recursos y las probables oportunidades de empleo que les puede proporcionar el \»prestigio\» de la universidad en medios laborales.
    Para la universidades privadas, es muy importante el ranking, pero en términos de su impacto en la matrícula, en términos del reconocimiento por parte de sociedad y de empresas.
    Hay muchos elementos que no se considera para la elaboración del ranking, es un proceso complejo como lo mencionás, en este contexto considero que el prestigio de una universidad ya no se limitará a la producción de investigaciones sino de otros elementos como el papel de sus egresados en los medios laborales donde se desmpeñen ya sea local o globalmente.

  6. De mito a Realidad
    Está muy claro que el sentir de los profesionales en mi país(Panamá), acerca de los estándares a nivel de la educación superior,se puntualizan en el aspecto 2, el cual pienso es la realidad de otros paíces centroamericanos, es hora de cambiarle la cara a la educación superior,de forma objetiva y congruente a las necesidades y realidades socio-culturales.

  7. La Educación Universitaria.
    LA definición de un ranking a nivel local suele tener muchas veces el inconveniente de ser subjetivo, en el sentido, que a partir de datos reflejados en formularios de evaluación se pretende valorar la calidad de los servicios que brindan las instituciones de educación superior.
    Las funciones académicas: docencia, investigación y extensión no siempre andan bien en la realidad pero en teoría suelen obtener una buena puntuación.

    En Mi pais la formación universitaria le apuesta muy poco a la investigación como un proceso integral; lo que se hace es generar tareas de investigación que a la larga se convierten en recopilaciones de información contenida en otros documentos.

  8. Caracteristicas deseables de las universidades.
    El ranking supone el cumplimiento de ciertas caracteristicas o condiciones favorables para que las universidades lleven a cabo su labor formativa de mejor forma,esto es importante cuando a partir de una adecuada evaluación de las funciones académicas de los centros de educación superior universitaria se toman decisiones relevantes que buscan potenciar el recurso humano. Los beneficiados deben ser los estudiantes; a partir de las estrategias de mejora que impulsan las universidades. Sin embargo cuando la evaluación solo tiene como finalidad establecer una categoria para los centros y servir como mecanismo para el cierre de algunas universidades no parece tener mayor relevancia el ranking, pues algunos documentos que sirven para acreditar la calidad de los servicios que ofrece una universidad pueden contener datos no muy confiables.

  9. Ranking de Universidades.
    Muy claro y contundente el planteo de Sandra. Recupera fundamentalmente una visión que considera la importancia de la historia construída y del contexto en el proyecto de cada institución que parece diluírse en las mediciones de ranking … y en la carrera por la supremacía.
    Cristina

  10. Rankings de universidades
    Considero que es importante establecer parámetros para establecer un ranting en las universidades, pertimos de que debe ser una prioridad fundamental en toda universidad promover la investigación científica e incluso debe ser política de estado, así esta investigación debe ser orientada a fomentar el progreso de una sociedad especialmente en América Latina, que adolece grandes falencias en esl sistema educativo.Pero así este sistema debe ser debe secuencial enfocado en las necesidades del país, ahora para crear estándares de calidad en las universidades debe en si forjarse en dos parámetros: función social y la investigación que permita mejorar las condiciones y calidad de vida de la sociedad.

  11. Y los Rankings para que?
    Estimadas Teresa y Marcia: Gracias por los comentarios. No es que sea contra los indicadores en general. Ellos pueden tener mucha utilidad cuando bien construídos y para fines loables, como es el caso de indicadores sociales. Teresa: Quizás el mayor problema no sea tanto la evaluación negativa de nuestra producción científica y si su corolario, que es el impacto negativo sobre nuestros medios de comunicación de resultados científicos, nuestras revistas, y por ende la reducción del esfuerzo investigativo que no tiene interés en los países centrales pero son imprecindibles para nuestro bienestar, como las enfermedades tropicales, los estudios de la agricultura para consumo interno, y otros temas tán caros para nosotros.

  12. Estimado Alfonso: Al contrario de lo que se piensa, las universidades públicas son, también en los EUA, las mejores, con excepción de unas pocas privadas. Estas, sin embargo, reciben bastante dinero público también – aunque menos que las públicas – responsable por su alta performance. Son recursos de los estados principalmente, y no federales, como en México y también en Brasil (con la única excepción del estado de São Paulo (por ser el estado más rico) que mantiene tres universidades públicas de excelencia, todas gratuitas, responsables por la formación de los profesionales necesarios para su industria.

  13. Rankings
    Juan José Hernández:No hay un planteo en principio contrario a la existencia de los rankings. Lo que si se cuestiona es la forma como son construídos los rankings, que traen en su misma fórmula los resultados deseados. Eso sirve a manipulaciones inclusive de la opinión pública que asi se ve engañada. Por otro lado, la dicotomía universidad pública x privada o investigación x enseñanza es falsa, ya que buenas universidades privadas hacen enseñanza desde que se les de dinero para ello (caso de la Fundación Getúlio Vargas en Brasil, con cursos de administración pública y privada y de economía de excelente nivel, con aportes de recursos públicos. Además, la enseñanza es una creación en que participan los alumnos y los docentes, caso contrario se trata de repetir lo ya creado, lo que la universidad no debe hacer, o estaría engañando el alumno y esterilizando la producción de ciencia.

  14. La educación universitaria
    Estimado Leonel: El hecho de definir un ranking nacional (no local) quizás haga sentido en un país con un número representativo de universidades. El caracter subjetivo no es necesario, ya que la evaluación local se hace también con evaluadores externos. Lo esencial es tener un sistema de evaluación confiable, que se vaya aprimorando con el tiempo. Hay ejemplos muy buenos en ese sentido. Sólo de evaluación local, y que se toma como criterio para la concesión de becas a los estudiantes de eses programas.

  15. Estimados Cristina y Xavier: Gracias por destacar la importancia de la historia, Cristina. Los estudios en Brasil destacan que el suceso de la Universidad de São Paulo, de 1936, se deben al hecho de ser producto de un proyecto, porque se importaron profesores de Europa y EUA en un momento en que franceses, alemanes y otros científicos se disponían a venir al país. Xavier: Creo que tienes toda la razón y considero que el aumento importante de la producción científica brasileña está ligado directamente a una inversión continuada en becas para postgrado en el exterior al comienzo, y más en el país en este momento. Una buena noticia para latinoamericanos en general es que ni la entrada a la universidad ni el acceso a las becas es vedado a los extranjeros. Y hay ya muchos convenios de cooperación con países como Argentina, Uruguay, México, Peru y otros del continente.

  16. ¿Rankings de universidades?
    Xavier, ¿realmente necesitamos rankings de universidades? La verdad es que después del recorrido de este debate en sus dos instancias estoy más convencido que antes de que no los necesitamos. Eso no impedirá que existan, claro, pero me niego a legitimarlos y recomendaría que no se utilicen como mecanismos de evaluación, ni de una institución, ni de un sistema nacional o regional, etc. No necesitamos rankings, necesitamos evaluaciones que nos sirvan para mejorar en el cumplimiento de la función social que la universidad tiene en cada país, en cada región. Esa evaluación si requiere de indicadores (como los que trabaja Aguillo y otros también) porque es necesario saber qué es cada universidad, en cada aspecto, en el conjunto de universidades de un país o región o lo que fuera, pero la evaluación (la valoración) debe depender de un marco teórico que involucre la función social actualizada y las prioridades que cada universidad se da para cumplir con esa función.
    Los rankings nos evalúan sin diagnóstico (no sabremos qué mejorar) ni referente social e histórico (sino sistémico e indeológico), con lo cual no controlamos los objetivos de un eventual esfuerzo de mejora.

  17. rankings????
    En mi opinion tenemos que escapar un poco de la tendencia a parametrizar todas las cosas. Hay ciertas cuestiones sociales poco medibles en funcion a indices determinantes y que requieren un anàlisis mas particularizado y que tenga en cuenta otras variables mas que solo las \»cuantificables\». ¿Bajo que criterios se establece la confiabilidad de un ranking determinado? ¿Que informacion util puede obtener la sociedad de un ranking que muchas veces ni siquiera sabemos que variables tuvieron en cuenta? ¿Cuales son las consecuencias de un analisis simplista de un ranking que no trata una cuestion muy especifica, sino que me quiere demostrar cual es la mejor (como si eso fuese posible)No creo que los rankings ayuden a mejorar la educaciòn, y este tendria que ser la finalidad de ellos

  18. Rankings de universidades: ¿para qué y cómo constr
    Pienso, que este artículo es muy importante para la Región del Gran Caribe, donde todavía existe un espacio en construcción de nuevas universidades con una visión de cooperación, coordinación, integración, organización y un sistema de socialización a través de la educación.
    Para que los rankings puedan ser posibles, afirmo que debemos tomar en cuenta la reflexión que plantea Sandra N. Brisolla, del Departamento de Política Científica e Tecnológica, Universidade Estadual de Campinas, Brasil.
    “para qué” y “cómo” se construyen los índices.

  19. que tan importante es una metrica local
    Estimada Sandra:
    muy bueno su artículo.

    Voy a copiar parte de su nota y luego dejar una pregunta abierta, si ?
    (copio textual )\»Los rankings existentes en la actualidad se basan casi exclusivamente en la producción científica y, más específicamente, en su impacto, es decir, en el número de citas de los artículos producidos por las universidades y que figuran en publicaciones indexadas.\»

    Que sucede cuando una universidad se dedica a la investigación de un tema puntual de su ubicación física, ejemplo alguna enfermedad que se produce en el área donde esta situada.
    Supongamos que los biólogos, médicos, etc, detectan patrones en el ecosistema local y en base a eso descubren porque sucede tal enfermedad, luego desccubren una cura o antibiótico.

    Esta investigación es muy importante y dado que quizás solo se lo vea a nivel local no figure indexado ni le importe lo que suceda a alguien que está en otro zona, otro estado, país…

    Esta universidad probablemente no sea reconocida ni tenga un mejor presupuesto (disponibilidad de recursos económicos) y podrìa caer en
    orientar la investigación hacia otros temas mas \»redituables\» , o como usted llama \»el dirigismo en la selección de temas de investigación.\»
    Que le parece?

  20. Evaluación vs Ranking
    A la hora de hablar sobre la evaluación de una universidad, me parece que un ranking es totalmente insuficiente.
    Es importantísimo tomar en cuenta a qué nivel y para qué se lleva a cabo la evaluación.
    ¿Qué les parece un estudio comparado con índices y criterios serios a evaluar?
    Una vez obtenidos los resultados, cada uno podrá establecer un ranking, segun los intereses propios para poder tomar alguna decisión.

  21. ¿Qué indicadores considerar ?
    Muy interesantes las observaciones de Sandra . Invito a sugerir parámetros relevantes a tener en cuenta para elaborar un ranking universitario, y seguramente, la mayoría serán válidos, pero habrá gran diversidad según el contexto y el modelo de universidad que deseamos e ideamos.
    Seguramente al imaginar los parámetros estemos pensando en el concepto de calidad, término ambiguo por naturaleza. Entonces, cuales considerar?
    Si nos basamos, por ejemplo en los indicadores elaborados por la Universidad Jiao Tong de Shanghái, vemos que prioriza criterios científicos, olvidando otras ciencias y descuidando aspectos formativos. Entre los indicadores, solo por considerar uno, figura la cantidad de premios Nobel entre estudiantes y profesores. En ese sentido la Universidad de Buenos Aires suma puntos por tres de sus egresados científicos galardonados: Houssay, Leloir y Milstein. Hecho que si bien me hace sentir orgulloso, como argentino y como defensor de la universidad pública, no debería ser tan relevante, dado que ninguno de ellos investigó en la Universidad. El primero tuvo que crear el Instituto de Biología y medicina experimental, y posteriormente gracias a él surgió el Conicet. Leloir se desempeño en la fundación Campomar, y Milstein continuo como docente e investigador en el exterior.
    Entiendo que no hay que desconocer a los rankings, pero parten de una naturaleza injusta, ignorando necesidades, esfuerzos y al extrapolar los parámetros que consideran, no aplican ante problemáticas sociales y culturales distintas.

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