EL DEBATE: Los límites de los “límites de las ciencias”


Por Héctor A. Palma

Docente investigador de la Universidad Nacional de San Martín, Argentina. Doctor y profesor en filosofía, magíster en ciencia, tecnología y sociedad.

«Límite» significa término, confín o lindero de reinos, provincias, posesiones, y en sentido figurado fin o término. Sin embargo, no es un término unívoco. Indica que más allá no se puede ir, pero también el ámbito que no debe ser invadido; el lugar del que no se puede salir o al que no se puede entrar; el adentro y el afuera. Los límites de la ciencia, entonces, demarcarían los ámbitos dentro de los cuales la ciencia tiene soberanía (epistémica), y también las fronteras más allá de los cuales la ciencia no tiene incumbencia alguna o, sencillamente, que no es posible conocer. Sin ninguna implicancia valorativa, denomino límite en sentido positivo al primero y en sentido negativo al segundo.

1. Los límites en sentido positivo

Los límites de las ciencias en sentido positivo refieren a la exclusividad epistémica, y no sólo por la cuestión obvia del conocimiento especializado, sino también, y sobre todo, por la vigencia de valores asociados al imaginario acerca de la ciencia, que se ve a sí misma como un sitio inexpugnable, especial, esotérico y al que sólo tienen acceso algunos iniciados, luego de cumplidos algunos extensos y complejos rituales. Es un lugar de poder, de palabra específica, autorizada y reconocida al que se ha llegado luego de una larga historia.

Más allá de los antecedentes, cuya descripción excedería con mucho este breve espacio, puede decirse que los crecientes éxitos en algunas áreas de las ciencias naturales de los siglos XVII, XVIII y XIX abonaron las posiciones filopositivistas (Kolakowsky, 1996): primero en la Ilustración, luego haciéndose recalcitrantemente ideológicas en el siglo XIX, para desembocar en la reflexión acuciante sobre el “problema de la demarcación” a principios del XX en el seno del empirismo lógico y en la tradición intelectual que éste propició e inició. Las revisiones a partir de los 60 del siglo pasado en la filosofía de la ciencia, y con el surgimiento de los estudios sociales de la ciencia, contribuyeron equívocamente al problema de los límites. Por decirlo en forma más o menos apretada: hubo un gran esfuerzo de la filosofía de la ciencia por desarrollar criterios para esclarecer las diferencias y especificidades de la ciencia, criterios cuyo fracaso parcial se explica, probablemente, por su misma rigidez y exacerbación, resultando así impotentes para explicar la relación de la ciencia con otras prácticas humanas. Como contraparte, los desarrollos posteriores de los estudios sociológicos, contribuyeron a disolver la especificidad y a mostrar en qué se parece la ciencia a otros tipos de prácticas culturales, pero son impotentes para explicar lo específico de la ciencia con relación a otras prácticas (Palma, 2008). En palabras de F. Jacob (El juego de lo posible):

“El siglo XVII tuvo la sabiduría de considerar la razón como una herramienta necesaria para tratar los asuntos humanos. El Siglo de las Luces y el siglo XIX tuvieron la locura de pensar que no sólo era necesaria, sino suficiente, para resolver todos los problemas. En la actualidad, todavía sería una mayor demostración de locura decidir, como quieren algunos, que con el pretexto de que la razón no es suficiente, tampoco es necesaria”

2. Los limites en sentido negativo

Pero, además, la ciencia tiene límites en sentido negativo, es decir en tanto barreras mas allá de las cuales no avanza, sea porque no podría, no debería, o porque no tiene nada que decir (Rescher, 1984). En este sentido, pueden pensarse cuanto menos cinco tipos distintos de límites que se solapan entre sí.

2.1. El fin de la ciencia

Sea por oportunismo editorial, sea porque nadie quiere vivir en una época en la cual no ocurre nada extraordinario, sea porque muchos con un ego más grande que sus méritos quieren pasar a la historia como fundadores de una época (Gherdjikov, 1995; Horgan, 1996; Weinberg, 1992), cada tanto sale algún libro anunciando el fin o la muerte de algo: de la filosofía, de la historia, de la modernidad, de la política, del arte. Con la ciencia también ocurre algo similar, pero la realidad –y la historia- suelen encargarse de desmentir tales pronósticos en el sentido de la frase de dudoso origen que esos “muertos que vos matáis gozan de buena salud”.

2.2. Los límites éticos y prudenciales

La presencia creciente de la ciencia y la tecnología en la vida cotidiana, en la economía y en el desarrollo, provocó el planteo ineludible de problemas y aun dilemas éticos o de conveniencia. Se parte del supuesto de que no todo lo que es posible realizar desde un punto de vista tecno-científico, es correcto desde el punto de vista ético o es conveniente con vistas al futuro. La lista es larga, pero entre los temas que promueven debates éticos, los principales son: los que surgen de las prácticas médicas (desde la bioética, incluida la neuroética) e incluso cuestiones más generales relacionadas con las posibilidades (reales o fantásticas, el tiempo lo dirá) de interferir y modelar a los futuros seres humanos merced a los desarrollos de la ingeniería genética. El carácter generalmente contaminante de buena parte de la producción industrial en algunas zonas del planeta a través de prácticas que en otras zonas están prohibidas, la calidad de los alimentos producidos merced a los nuevos procedimientos tecnológicos (como por ejemplo los transgénicos) o los riesgos de ciertas formas de producir energía (como por ejemplo la energía nuclear) también son temas sujetos a controversias que plantean límites éticos o bien invocando cuestiones de costo/beneficio o de conveniencia a futuro.

2.3. Los límites de incumbencia

Los inéditos desarrollos de la ciencia y la tecnología en los últimos dos siglos (Ilustración y positivismos mediante) llevaron a no reconocer los límites de incumbencia y a alimentar la creencia en que poco a poco la ciencia daría explicaciones satisfactorias para todos los aspectos de la realidad natural y social, lo cual desembocaría, finalmente, en que también daría respuestas en términos de la felicidad humana. La utopía cientificista según la cual a más ciencia menos religión, va en esa línea, lo mismo que las fantasías farmacológicas que prometen felicidad fácil y rápido. Sin embargo, los problemas centrales y más angustiantes de la especie humana no tienen ni tendrán respuesta en las ciencias y la tecnología.

2.4. Los límites técnico/prácticos

Es innegable que en algunas áreas de la investigación (básicamente en ciencias naturales) hay una creciente necesidad de desarrollos tecnológicos cada vez más complejos para permitir el acceso a dimensiones o aspectos aún inalcanzables. Al mismo tiempo, ese límite tecnológico, al implicar un aumento geométrico de costos se transforma en un problema económico y, al mismo tiempo, en un problema político en la medida en que los Estados deben financiar esas investigaciones. Está claro que se trata de límites diversos: mientras que, por un lado, acerca de las cuestiones tecnológicas resulta previsible que haya desarrollos nuevos y más poderosos, aunque es muy difícil pronosticar hacia el futuro cuáles serán las capacidades a que se llegará, por otro lado las cuestiones económicas, y sobre todo las políticas, responden a lógicas completamente distintas. Las ideologías cientificistas y tecnocráticas tienden a ver las cuestiones tecnológicas como limitaciones sólo circunstanciales y transitorias y a las económicas y políticas como el resultado de la incomprensión de las sociedades.

2.5. Los límites teóricos

Quizá l
a cuestión más inquietante acerca de los límites de la ciencia se refiera a la pregunta por los límites teóricos o cognitivos, referidos a la existencia de zonas, aspectos o procesos de la realidad que no sea posible conocer. La cuestión podría subdividirse, al menos, en dos problemas diferentes. El primero, más general, puede formularse: ¿es posible establecer algún límite a priori para la investigación científica, algún aspecto de la realidad que sea intrínsecamente incognoscible? Se trataría de un límite sólo imaginable o pensable, pero por definición no cognoscible. La segunda pregunta: ¿existe algún límite producto de que la ciencia que tenemos es una ciencia humana? La ciencia que tenemos no solamente está marcada por su génesis social y cultural, sino por el hecho de que tanto el aparato perceptual como la racionalidad de los humanos es el producto de miles de años de una evolución particular y contingente. De modo tal que nuestra capacidad de relación con el mundo se desarrolla en un rango de posibilidades e intereses amplísimo, pero acotado y definido. Los límites del conocimiento estarían dados por un conjunto de capacidades y posibilidades que funcionan a priori para los humanos pero que son el resultado de un desarrollo evolutivo particular y único entre muchos otros posibles, es decir: un a posteriori evolutivo o filogenético. El hombre es la medida de todas las cosas, pero en clave biológica.

3. Final (abierto)

Hasta aquí una forma de pensar el problema desde los límites. Sin embargo, esta forma de ver oculta el aspecto más interesante del problema: la idea misma de límite implica zonas grises, zonas de intersección o interacción más o menos amplias y difusas, entrecruces, mezclas y heterodoxias, y por qué no, de disputas importantes sobre espacios de poder simbólico, teórico, institucional o político. Los límites, en este sentido resultan una ficción, y no porque estén bien o mal puestos o estén ubicados artificial o forzadamente (cosa que puede ocurrir también), sino más bien porque allí donde hay un límite, lo que se genera, inmediata e ineludiblemente, son interacciones, intersecciones, bordes y solapamientos. Repensar la cuestión de esta manera quizás resulte más productivo.

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Referencias bibliográficas

Gherdjikov, S. (1995): Limits of Science, Sofia, Extreme Press.

Horgan, J. (1996): End of Science: Facing the Limits of Science in the Twilight of the Scientific Age, New York, Broadway Books.

Kolakowski, L. (1966): Die Philosophie des Positivismus, Warszawa, PanstwoweWydawnictwo Naukowe. En castellano: La filosofía positivista, Madrid, Cátedra (1988).

Palma, H. (2008): Filosofia de las ciencias. Temas y problemas, San Martín, UNSAMedita.

Rescher, N. (1984): The Limits of Science, Londres y California, University of California Press. En castellano: Los límites de la ciencia, Madrid, Tecnos (1994).

Weinberg, S. (1992): Dreams of e Final Theory, New Cork, Vintage Books.

Publicado el 18 de mayo de 2015

  1. En Mendoza es imprescindible caminar en el espacio fronterizo que es el límite con Chile, espacio inconmensurablemente bello. Mi apuesta epistemológica es también la de pensar y hacer ciencia en el camino entre las disciplinas, allí donde, como en nuestra cordillera, caminamos hacia arriba, en la verticalidad de los problemas que nos acucian. Gracias Héctor Palma por tu trabajo.

  2. Muy clarificador las «distinciones y perfiles de los límites» sobre el conocimiento y las practicas sociales en ciencias…Es muy interesante los dilemas que emergen sobre su conceptualizacion desde algunos problemas de investigación siglo XXI , donde la multi y transversalidad de los estudios promueven divergentes posiciones sobre su valor positivo y negativo. Gracias!!!

  3. Paradójico resulta que el argumento de los límites teóricos – que implicarías zonas que exceden las posibilidades cognitivas de los seres humanos, también puede aplicarse a los otros límites, en particular nuestras argumentaciones éticas y prudenciales. Estás últimas también son resultado de la evolución de nuestro aparato perceptual y cognoscitivo y por ello nuestra facultad de establecer preferencias valorativas marca nuestras posibilidades y límites a la vez. Gracias Héctor. Un abrazo
    Ricardo Ibañez

  4. Si, Ricardo, justamente el entrecruce y los solapamientos son quiza el terreno mas interesante y productivo para la filosofia en ese tema. Un abrazo (¿sos el Ricardo Ibañez que yo conozco?)

  5. Interesante. Me gustó la diferencia entre límites en sentido positivo y negativo. Va mi crítica

    1-

    «la vigencia de valores asociados al imaginario acerca de la ciencia, que se ve a sí misma como un sitio inexpugnable, especial, esotérico y al que sólo tienen acceso algunos iniciados, luego de cumplidos algunos extensos y complejos rituales.»

    Antes que nada hay que distinguir «la ciencia» como modo más o menos objetivo de acceso al conocimiento, de la actividad del grupo humano de «los científicos». Incluso si estos últimos conformaran una escuela iniciática, nada se deduce acerca del valor objetivo del conocimiento obtenido.

    Pero incluso limitándonos al comportamiento de la comunidad científica, simplemente no sucede así. En 1905 un perfecto desconocido publicó cinco papers en cinco áreas diferentes de la física que revolucionaron esa ciencia de inmediato e iniciaron una ola cuyos ecos duran ya 110 años. Además de Einstein, otros ejemplos tal vez menos espectaculares (Faraday, Humason, Balmer, Ramanujan, Perelman, etc) demuestran que la comunidad científica dista mucho de comportarse como una escuela iniciática.

    El supuesto «elitismo» de los científicos, cuando existe, es un vicio de la ciencia institucionalizada, y es mucho más patente en países como el nuestro donde los resultados científicos de valor son mucho menos frecuentes. Esto de nuevo pone en evidencia la diferencia entre objeto y sujeto, entre la ciencia como método y la sociología de los grupos humanos que se dedican a ella.

    2-

    2,1 Coincido. Periódicamente hay algún fantoche que se va de boca, No creo que valga la pena elaborar una tesis sobre ellos.

    2.2 Acá me parece que se cae en en un grueso error de apreciación. Presisamente, se delinean mal los límites entre lo que es ciencia y lo que es política:

    «El carácter generalmente contaminante de buena parte de la producción industrial en algunas zonas del planeta a través de prácticas que en otras zonas están prohibidas, la calidad de los alimentos producidos merced a los nuevos procedimientos tecnológicos (como por ejemplo los transgénicos) o los riesgos de ciertas formas de producir energía (como por ejemplo la energía nuclear) también son temas sujetos a controversias»

    Ninguno de los males mencionados son fruto de la ciencia como método de acceso al conocimiento, ni siquiera de los científicos como comunidad humana, sino del uso que el capitalismo industrial hace de la tecnología generada con ese conocimiento. El mismo conocimiento que aplicado a la generación de energía provocó Fukushima, salva millones de vidas cada año gracias a la medicina nuclear. Siendo que realmente vale la pena elaborar un debate para terminar con esos males, sugiero dirigir los esfuerzos donde podrían tener algún fruto, esto es al ámbito político. Cargar las culpas de la Hiroshima en el pobre espíritu atormentado de Albert Einstein, flaco favor le hace al hijo de re san mil putas de Harry Truman…

    2.3 Coincido plenamente. La ciencia no es el único modo de conocimiento, sino el único que es objetivo en el siguiente sentido: una vez validada una proposición por verdadera o por falsa por un investigador, cualquier otra persona puede repetir sus pasos para obtener la misma conclusión o refutarlo, Por lo tanto, la ciencia no puede validar cualquier proposición sobre la realidad, sino solo aquéllas proposiciones que se pueden plantear de modo accesible al experimento. Las cuestiones morales, la naturaleza del bien y el mal, el carácter moral de un orden social, etc, son cuestiones que no son accesibles al método científico. «You Can’t Derive Ought from Is»…

    2.4 El costo de la ciencia versus su utilidad inmediata es solo un latiguillo de políticos demagogos. Primero porque «¿para qué sirve un recién nacido?», y además porque se gasta mucho más dinero en empresas mucho menos útiles y mucho más cuestionables moralmente. El LHC (750 millones) costó lo que dos días de guerra en Iraq, el proyecto Apollo (7000 millones) costó treinta veces menos de lo que la guerra de Vietnam, incluso si la utilidad en cuanto a desarrollos tecnológicos y mejora del nivel de vida de ambos proyectos fuera neutra (algo que no se podrá evaluar hasta transcurridos uno o dos siglos, al igual que pasó con el «bebé recién nacido» de Faraday) el cuestionamiento de ambos gastos suena poco pragmático si de ahorrar dinero y mejorar el bienestar humano se trata, si los comparamos con el financiamiento de dos tragedias.

    2.5 Me remito a 2.3: no cualquier proposición es validable científicamente, por lo que no todo conocimiento es científico. Respecto de si la ciencia es humana y está sesgada por límites perceptuales o cognitivos humanos, sin duda que sí, me parece que el problema ahí sería atribuir al conocimiento humano el carácter de verdad absoluta. Me parece a mí que la mayoría de los científicos tienen esto muy claro: lo que vemos es lo que podemos ver, pisando los escalones que podemos pisar, en todo caso lo notable es que podamos ver tanto, no tiene por qué ser así.

    3. Bueno.

    Saludos

  6. El límite de la ciencia es la misma ciencia y sus catedrales; acumulación de paradigmas sin ninguna revolución. Cognitivistas mediáticos que buscan en un fileteado del cerebro mostrarnos a Dios y a la Conciencia

  7. Estimado Severian:
    si que te has tomado el trabajo de leer y analizar este breve escrito. Con respecto a 1. te digo que se refiere a una serie de imaginarios acerca de la ciencia que son bastante habituales en las creencias generales sobre la ciencia (cais toda la divulgacion cientifica va en esa linea), en muchos cientificos y en la ciencia institucionalizada. Efectivamente, el caracter esoterico (que en ningun caso, al menos en este escrito) tiene una connotacion negativa no dice nada acerca del valor objetivo del conocimiento. Soy un convencido -aunque ello figura en otros escritos y no en este- de que hay una objetividad cientifica aunque ella sea historicamente situada porque la ciencia es el acceso mas idoneo que tenemos sobre el mundo (aunque, obviamente, no el unico). Una buena discusion sería plantearse si es que existe ciencia por fuera de las instituciones cientificas Con respecto al caracter esoterico y los rituales creo que alcanza con ver cómo hace la carrera de investigador. Ello no tiene nada de malo ni de bueno, simplemente funciona asi segun sus propias reglas..
    Con respecto a 2.2, yo hablaria de tecnociencia capitalista y, en este sentido, es lo que hay. Por supuesto que uno puede hacer una revision crítica de ello. No creo en cargar las responsabilidades eticas sobre los cientificos (por ejemplo el caso Einstein) pero me parece que, como vos decis es un problema del desarrollo de la ciencia que tenemos que, insisto puede ser otro. Por otro lado deslindar completamente las responsabilidades, es decir ubicar a la ciencia en la mera descripcion del mundo y como resultado de una razon meramente instrumenhtal ya ha sido lo suficientemente criticado (ver Horkheimer por ejemplo) porque puede dar lugar a todo tipo de atrocidades.
    Con respecto a 2.4 creo que se entendio mal. No digo que haya que restringir los fondos sino que la restriccion de fondos suele ser una limitacion.
    El resto creo que estamos bastante de acuerdo. Te mando un abrazo y gracias por prestarte a la discusion
    Héctor

  8. Decir que la ciencia tiene límites es como decir que el conjunto de los numeros enteros tiene un límite distinto de infinito y menos infinito en cuanto al conocimiento que puede abordar.
    Tal vez, como dice Graciela G Abramor, el límite de la ciencia es la misma ciencia en cuanto a que debe cumplir la restricción de ser autoconsistente lo cual contradice su segunda afirmación referente a paradigmas y revoluciones. La misma ciencia requiere que los paradigmas sean resueltos porque si bien pueden entenderse como conocimiento no son autoconsistentes y frecuentemente se resuelven por revoluciones de diversas magnitudes. La ciencia no es de ninguna manera algo rigido sino una estructura que evoluciona a medida que se incrementa nuestra cosmovisión. Todo depende de que definamos por ciencia y por ser humano. Por supuesto que nuestra naturaleza actual nos impone limites.
    Con seguridad tendremos que rediseñarnos a nosotros mismos para no desaparecer y eso ya esta ocurriendo cada vez con mayor intensidad desde nuestros origenes. La religión, la politica, la economia, los fenomenos naturales y muchos otros factores pueden afectar la evolución de la humanidad y la ciencia, incluso su continuidad. Se podria argumentar que no habria ciencia sin mistica como fuerza impulsora pero creo que basicamente se trata de nuestra supervivencia.

  9. El limite de la ciencia, concuerdo con usted tiene lado positivo y negativo la ciencia no se creo con el objetivo que tendría un final sino como continuo desarrollo, la ciencia avanza de acuerdo como avanza la sociedad sin el avance de la sociedad la ciencia no avanzara un ejemplo de esto es el estancamiento en la edad media, asimismo recalco que la ciencia solo tendrá su limite cuando sea el limite de nosotros solo así el limite se podrá encontrar de lo contrario estaríamos pensando falacias.

  10. Una mirada que noté ausente: es el límite de la ciencia que se enseña… Pero claro, no es el propósito de Héctor, él se refiere a la ciencia profesional y su entorno.
    Si la ciencia también limita al poder, a mayor ciencia mayor poder. Más si estamos en un proceso de colonialismo científico, que al final del día resulta más avasallante que el colonialismo físico y geográfico. Y de ese colonialismo, la educación científica tiene mucho que decir, o debería decir.
    La ciencia que se enseña tiene muchos límites, algunos asociados al crecimiento y madurez de las personas, otros a las capacidades de los enseñantes, otros a la oportunidad de recursos de la población, otros a la segregación (de toda índole) que hay en muchas ciudades, otros a los currículums nacionales que determinan lo que hay que enseñar (pasando a ser un límite político).
    Quienes enseñamos ciencia nos movemos en un escenario multifactorial, donde deben conjugarse los «qué» con los «para qué» y los «cómo» enseñar ciencia. Es decir, la ciencia que enseñamos también se mueve dentro de un territorio, dentro de una zona limitada, que puede variar en altura, ancho o fondo, pero que igualmente está contenida, lo interesante que a pesar de esos límites … la mirada está puesta en el entorno fuera de esos límites.
    Saludos

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